Su Ojo. La contabilidad de Dios

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Lo semejante se atrae

Su Ojo. La contabilidad de Dios

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¿Por qué me pasa esto ahora? Nos preguntamos a menudo. ¿Es casualidad? ¿O el destino? ¿Quién o qué me lo ha «enviado»? ¿O tiene validez aquí la frase «lo igual atrae a lo igual»?

Todo es «emitir y recibir»

En este libro Gabriele, la profeta y enviada de Dios, nos ofrece una visión profunda de la poderosa red de comunicación, del «emitir y recibir», de la gigantesca contabilidad de Dios. Aprendemos en detalle, por ejemplo, cómo un alma prepara una nueva encarnación programando el cuerpo en formación con el material genético que trae consigo. O cómo una persona puede ser su propio antepasado y convertirse en su propio descendiente a través de su material genético heredado. Gabriele revela también los métodos demoníacos utilizados por los adversarios de Dios para impedir que las almas regresen al Reino de Dios. Pero en vano: en la Tierra sigue librándose una batalla espiritual inimaginable entre lo demoníaco y lo divino. Sin embargo, los adversarios ya la han perdido.

Ninguna energía se pierde

Todo lo que los seres humanos pensamos, sentimos, hablamos o hacemos es energía, y se registra. Se graba en nuestra alma y también en los astros. Y tarde o temprano regresa a nosotros, sea en esta vida, sea en nuestra vida después de la muerte en los mundos del Más allá, o en otra encarnación, cuando nuestra alma en su viaje se haya incorporado a un nuevo cuerpo.

Las cosas positivas que emitimos pueden volver a nosotros para que construyamos sobre ellas y demos nuevos pasos para acercarnos a Dios, el Eterno, dentro de nosotros. No obstante, las cosas que no corresponden a los Mandamientos de Dios y al Sermón de la Montaña de Jesús de Nazaret en nuestros pensamientos y actos, volverán a nosotros para que nos reconozcamos y aprendamos de ellas. Pues como enseñó el Cristo de Dios: «Lo que el hombre siembra, cosechará».

Dios es amor

Sin embargo, no es Dios, el Uno universal, quien nos confronta con nuestro destino, porque Él, que es amor, no castiga. Es el hombre mismo, el microcosmos en el macrocosmos, quien ha traído la ley de Causa y efecto al mundo durante infinitos periodos de tiempo – porque los seres que una vez se apartaron de Dios no han utilizado el quantum de energía que el Eterno les dio, sino que lo han malversado repetidamente para fines egoístas.
Sin embargo, Dios, que es amor, va tras cada uno de Sus hijos hasta que cada alma haya recorrido de nuevo el camino hacia el Reino eterno de Dios, el hogar de todos nosotros.

Ejemplo de lectura: «Las personas que se sumergen cada vez más en la sabiduría de Dios, en la Ley de la vida, experimentan en sí mismas qué caminos toman los sentimientos, los pensamientos, las palabras y los actos, adónde llegan, cómo irradian de vuelta y cómo influyen en el emisor. Por lo tanto, el verdadero sabio conoce el contenido de los materiales de construcción del universo y es consciente de sus efectos y consecuencias.»

«Las causas que yacen en las capas más profundas del subconsciente del hombre están ocultas para él – sólo sus efectos se hacen visibles.

Tal como el árbol está albergado en su fruto, del mismo modo subyace el efecto en las causas del hombre, que luego se hace manifiesto cuando los astros estimulan la semilla. Por eso se le ha dado el día al ser humano, y para cada uno este día es su día, porque cada día le muestra a cada uno ciertos aspectos de sus causas, que debe purificar hoy para no tener que experimentar los efectos».

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